Lo aseguró el periodista Darío Aranda, que visitó la ciudad de Río
Cuarto para una serie de charlas sobre política y recursos naturales.
Dijo que la ecuación de la soja no cierra si se considera el pasivo
ambiental.
En uno de los enclaves más duros de la “Pampa Gringa”, el periodista
Darío Aranda aseguró que es un mito que el campo argentino produzca
alimentos para 400 millones de personas de todo el mundo, como sostienen
desde sectores del agro y la política. Por el contrario, señaló que en
realidad el campo argentino exporta soja para cerdos y aves de Asia y
Europa, y advirtió que el cálculo económico de la actividad agropecuaria
es absolutamente negativo si se tiene en cuenta el pasivo ambiental que
se genera. Aranda, que visitó la ciudad para una serie de charlas,
apuntó también que no es cierto que el modelo basado en los transgénicos
y los agroquímicos sea el único viable. En este sentido, dijo que hay
ejemplos de cultivos agroecológicos exitosos en la ciudad, en la zona y
en otras provincias.
Darío Aranda, periodista y escritor especializado en temas de
ambiente, trabaja en el diario porteño Página/12 y en varios medios
cooperativos de Rosario, Esquel y Buenos Aires. Hace unos días visitó la
ciudad invitado por la Asamblea Río Cuarto Sin Agrotóxicos, y las
cooperativas Al Toque y Bases.
En diálogo con este diario, el periodista criticó el discurso que sostiene que el país debe potenciar su perfil de gran productor de alimentos. “Se suele decir que la Argentina produce alimentos para 400 millones de personas y la verdad es que eso es mentira. ¿Cuántos de nosotros comemos soja transgénica? La realidad es que esa soja sirve para alimentar chanchos y aves de Asia y Europa, y no para los argentinos”, disparó.
En la misma línea, reflexionó: “De otro modo, no se entiende cómo el litro de leche cuesta 18 pesos o el kilo de asado 110 pesos. Lo que nuestro campo produce son commodities para la alimentación de cerdos y aves”.
-Quienes defienden este modelo sostienen que es casi imposible cambiar porque de allí obtenemos ingresos como país.
Es verdad, pero hay que tener en cuenta las consecuencias de esta actividad, que básicamente consiste en la exportación de soja. ¿Qué precio le ponemos a las 32 hectáreas de bosque nativo que se pierden cada hora? ¿Qué precio le ponemos a las 2.000 mil familias que fueron expulsadas del campo en los últimos 20 años? ¿Qué precio le ponemos a un niño enfermo de cáncer o con malformaciones, producto del modelo de agronegocios? ¿Y a la epidemia de cáncer en el este cordobés, tal como mostraron los estudios oficiales que después quisieron desmentir? No lo digo yo, sino que lo dicen estudios científicos como los de Delia Aiassa y Fernando Mañas, de la Universidad de Río Cuarto. Si tenemos en cuenta todo esto, la ecuación no da positivo, sino que termina en rojo. Argentina no produce alimentos para esa cantidad de personas, y el modelo de agronegocios no alimenta a la población.
-Parte del discurso del sector agropecuario es que hay que producir más alimentos para cubrir una demanda creciente de parte de la población mundial.
Sí. Lo dicen Grobocopatel y el ministro de Ciencia y Técnica de la Nación, Barañao: producir cada vez más para alimentar al mundo. Pero lo cierto es que el mundo no tiene un problema de falta de alimentos, sino un problema de distribución de alimentos, lo cual es una cuestión política. Son los mitos y las zonceras argentinas respecto a los transgénicos.
A esta altura, me parece que no. Cada vez les cierran menos las cuentas a los productores agropecuarios y ellos mismos lo dicen, porque la mejor época ya pasó. Por otro lado, hay muchas experiencias de producción agroecológica, y también las hay en Río Cuarto. En la zona tenemos ejemplos de campos donde a los animales se les da pastoreo y con un sistema intensivo. Aquí mismo, en la ciudad, tenemos chacras pequeñas, de tres hectáreas, que les dan trabajo a toda una familia y a terceros.
-¿Pero hay experiencias a mayor escala?
Por supuesto. En Guadalupe Norte, Santa Fe, hay campos de 200 hectáreas donde trabajan 15 personas que producen carne, leche, quesos, frutas y hortalizas. ¿Cuántas personas trabajan en un campo de soja? Una persona cada 5 mil hectáreas. Claramente, hay un problema con el modelo de agronegocios, que contamina, no genera empleo y tampoco produce alimentos sanos. Hablan de buenas prácticas agropecuarias, pero quién dejaría que nos fumiguen la escuela de nuestro hijo. Hoy, sólo quienes niegan la realidad pueden esconder las consecuencias del modelo.
“Está al lado de otras luchas populares, como las de Lonco Pue, Famatina, Chilecito, Esquel o de Santiago del Estero con el Mocase. Si no se hubieran movilizado las asambleas, sectores sociales y de la Universidad, hoy Monsanto tendría su espacio en Río Cuarto. Si no es así, se debe a la movilización popular. Ciertamente, se lo puede mencionar como un triunfo de las clases populares”, señaló Aranda en diálogo con este matutino.
En el mismo sentido, dijo estar convencido que el intendente Jure le denegó la habilitación municipal a Monsanto por “la presión social, por la lucha y la campaña de concientización de las organizaciones sociales”.
Aranda sostuvo que el “No a Monsanto” de Río Cuarto se inscribe dentro de las luchas contra el extractivismo en el país y en América Latina. “Quizá quedó en segundo plano por la lucha de Malvinas Argentinas y por la gran represión que hubo en el lugar. Al mismo tiempo, creo que lo de Río Cuarto está inscripto en esos momentos de resistencia y de lucha, que también incluye un fuerte cuestionamiento al sistema”.
Fuente: www.puntal.com.ar
* Equipo de Comunicación de la CTA Río Cuarto
En diálogo con este diario, el periodista criticó el discurso que sostiene que el país debe potenciar su perfil de gran productor de alimentos. “Se suele decir que la Argentina produce alimentos para 400 millones de personas y la verdad es que eso es mentira. ¿Cuántos de nosotros comemos soja transgénica? La realidad es que esa soja sirve para alimentar chanchos y aves de Asia y Europa, y no para los argentinos”, disparó.
En la misma línea, reflexionó: “De otro modo, no se entiende cómo el litro de leche cuesta 18 pesos o el kilo de asado 110 pesos. Lo que nuestro campo produce son commodities para la alimentación de cerdos y aves”.
-Quienes defienden este modelo sostienen que es casi imposible cambiar porque de allí obtenemos ingresos como país.
Es verdad, pero hay que tener en cuenta las consecuencias de esta actividad, que básicamente consiste en la exportación de soja. ¿Qué precio le ponemos a las 32 hectáreas de bosque nativo que se pierden cada hora? ¿Qué precio le ponemos a las 2.000 mil familias que fueron expulsadas del campo en los últimos 20 años? ¿Qué precio le ponemos a un niño enfermo de cáncer o con malformaciones, producto del modelo de agronegocios? ¿Y a la epidemia de cáncer en el este cordobés, tal como mostraron los estudios oficiales que después quisieron desmentir? No lo digo yo, sino que lo dicen estudios científicos como los de Delia Aiassa y Fernando Mañas, de la Universidad de Río Cuarto. Si tenemos en cuenta todo esto, la ecuación no da positivo, sino que termina en rojo. Argentina no produce alimentos para esa cantidad de personas, y el modelo de agronegocios no alimenta a la población.
-Parte del discurso del sector agropecuario es que hay que producir más alimentos para cubrir una demanda creciente de parte de la población mundial.
Sí. Lo dicen Grobocopatel y el ministro de Ciencia y Técnica de la Nación, Barañao: producir cada vez más para alimentar al mundo. Pero lo cierto es que el mundo no tiene un problema de falta de alimentos, sino un problema de distribución de alimentos, lo cual es una cuestión política. Son los mitos y las zonceras argentinas respecto a los transgénicos.
“Hay muchas experiencias agroecológicas”
-Se suele repetir también el argumento de que no hay otro modo de producir que sea sustentable que no sea el modelo de transgénicos y agroquímicos. ¿Es la única opción?A esta altura, me parece que no. Cada vez les cierran menos las cuentas a los productores agropecuarios y ellos mismos lo dicen, porque la mejor época ya pasó. Por otro lado, hay muchas experiencias de producción agroecológica, y también las hay en Río Cuarto. En la zona tenemos ejemplos de campos donde a los animales se les da pastoreo y con un sistema intensivo. Aquí mismo, en la ciudad, tenemos chacras pequeñas, de tres hectáreas, que les dan trabajo a toda una familia y a terceros.
-¿Pero hay experiencias a mayor escala?
Por supuesto. En Guadalupe Norte, Santa Fe, hay campos de 200 hectáreas donde trabajan 15 personas que producen carne, leche, quesos, frutas y hortalizas. ¿Cuántas personas trabajan en un campo de soja? Una persona cada 5 mil hectáreas. Claramente, hay un problema con el modelo de agronegocios, que contamina, no genera empleo y tampoco produce alimentos sanos. Hablan de buenas prácticas agropecuarias, pero quién dejaría que nos fumiguen la escuela de nuestro hijo. Hoy, sólo quienes niegan la realidad pueden esconder las consecuencias del modelo.
Macri profundizará el extractivismo
Para el periodista Darío Aranda, el gobierno de Macri profundizará las políticas para favorecer a las mineras y al campo. “En torno al extractivismo, podemos decir que se ha profundizado el modelo, con la quita de las retenciones a la megaminería, y la baja de retenciones al sector agropecuario. Sin dudas que van a profundizar el modelo, pero no hay que perder de vista que se trata de una política de Estado. Quien fuera que hubiera ganado, seguiría lineamientos similares. Ahora bien, el gobierno de Cristina Fernández acordó con Monsanto y con la Barrick Gold”.El No a Monsanto, un “triunfo de los sectores populares”
El periodista Darío Aranda comparó la movilización de organizaciones sociales y el rechazo a la instalación de la multinacional Monsanto en la ciudad con otras luchas emblemáticas de sectores populares del país, como las de Famatina y del Mocase en Santiago del Estero.“Está al lado de otras luchas populares, como las de Lonco Pue, Famatina, Chilecito, Esquel o de Santiago del Estero con el Mocase. Si no se hubieran movilizado las asambleas, sectores sociales y de la Universidad, hoy Monsanto tendría su espacio en Río Cuarto. Si no es así, se debe a la movilización popular. Ciertamente, se lo puede mencionar como un triunfo de las clases populares”, señaló Aranda en diálogo con este matutino.
En el mismo sentido, dijo estar convencido que el intendente Jure le denegó la habilitación municipal a Monsanto por “la presión social, por la lucha y la campaña de concientización de las organizaciones sociales”.
Aranda sostuvo que el “No a Monsanto” de Río Cuarto se inscribe dentro de las luchas contra el extractivismo en el país y en América Latina. “Quizá quedó en segundo plano por la lucha de Malvinas Argentinas y por la gran represión que hubo en el lugar. Al mismo tiempo, creo que lo de Río Cuarto está inscripto en esos momentos de resistencia y de lucha, que también incluye un fuerte cuestionamiento al sistema”.
Fuente: www.puntal.com.ar
* Equipo de Comunicación de la CTA Río Cuarto
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